Tal es el caso de Martin Scorsese, quien tras conseguir su ansiada figurilla se ha vendido a la publicidad. El corto, que se avergüenza de ser un spot, lo podéis descorchar aquí: en castellano, catalán e inglés sin subtítulos (send eggs the thing).
En un rincón de la misma página aparece este llamamiento a la ciudadanía:

Ésta es mi elección:
Si el año que viene tuviera que "hacer un corto" (supongo que han querido decir: "si tuvieras que escribir un corto"), elegiría a Woody Allen. Y haría que lo rodara en Barcelona. En el reparto metería a todos los políticos del Ajuntament, la Generalitat y el Gobierno, así como sus respectivas oposiciones. Y Scarlett Johansson tendría un cameo como burbuja de Freixenet, ya que no conviene perder las tradiciones. El cortometraje terminaría con el derrumbe expiatorio de la Sagrada Família a causa de un corcho desviado.
No sería una producción barata, desde luego. Pero yo me conformaría con el 5% del presupuesto, que es lo que en teoría les corresponde a los guionistas de cortometrajes y (si esto fuera un mundo justo, que no lo es) a los creativos publicitarios.