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Felip Puig defiende dotar a los Mossos de cámaras para defender sus actuaciones
¿En qué quedamos?
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Imaginemos a Carmen Machi comprando El País. Hoy sale la crítica de Falstaff, y está ansiosa por devorarla:
La descomunal Carmen Machi borda una despedida tan perfumada y seca como un chinchón (no se puede decir más con menos, y no se puede decir mejor), y tras ese lirismo acre llega un epílogo con aroma de cerveza fresca, nocturna y compartida entre un Falstaff que nunca morirá y el joven Rumor, convertido para la eternidad en su nuevo compañero de correrías.MARCOS ORDÓÑEZ
Babelia, 2 de abril de 2011
Esto que acabáis de ver forma parte de Volem anar al Tibidabo, obra de Cristina Clemente que se estrenó anoche en la SALAFlyHard. Os preguntaréis cómo es posible que una obra estrenada un viernes por la noche ya se pueda ver online un sábado por la mañana. La respuesta errónea es que la tecnología avanza una barbaridad. La respuesta correcta es que la obra que se estrenó anoche no se había estrenado anoche: se había estrenado en 2008. Ya lo dijo Heráclito, filósofo presocrático y precuántico: bajamos y no bajamos al mismo río. Del mismo modo, la misma obra se estrena y no se estrena. Y eso pasa siempre, no sólo con los estrenos: cada vez que una obra de teatro se representa, es y no es la misma.
Erwin Schrödinger, físico cuántico, dijo algo parecido: el mismo gato puede estar a la vez muerto y no muerto; la única condición es que no haya nadie mirando. O, lo que es lo mismo, ojos que no ven, gato que no siente. Volem anar al Tibidabo va un poco de eso: de ocultar una enfermedad a los ojos de la gente. Dicho así suena a Mi vida sin mí. Pero si digo que el personaje enfermo (a quien, por cierto, nunca vemos) y los personajes empeñados en ocultar la enfermedad no son el mismo personaje, la cosa cambia. Si encima añado que, para ocultar la enfermedad, los personajes tienen que hacer mucho teatro (me vienen a la mente Good bye, Lenin! y El pitufo astronauta, el mejor cómic de todos los tiempos), el drama se convierte fácilmente en comedia. Y retiro lo de fácilmente, porque no es nada fácil hacer una buena comedia que gire en torno al alzhéimer (ya lo he dicho) sin que recuerde a El hijo de la novia, y Volem anar al Tibidabo es una buena (excelente) comedia que ni la recuerda ni falta que le hace.
Roser Blanch, Clara Cols y Alícia Puertas son las encargadas de encarnar a los personajes de esta premiada y repremiada obra. Si queréis ver a tres actrices en estado de gracia, pero en el barrio de Sants, no vayáis al Tibidabo: acudid a la SALAFlyHard (Barcelona capital), cualquier viernes o sábado a las 22.30 o cualquier domingo a las 19, no más tarde del 5 de junio. Y si, por lo que fuera, no os fuese bien, los lunes a las 21 tenéis función de Un home amb ulleres de pasta, de Jordi Casanovas. La misma sala, las mismas actrices (menos Alícia, que ya la visteis en Els últims de Clark K., los que la visteis), más dos actores tremendos (Pablo Lammers y Sergio Matamala) y un gato encerrado.
Para acabar, os dejo con un diálogo que ya tenía escrito y me viene que ni pintado:
SUPERMÁN: Lois… Estaba pensando… Estaba pensando que hace tiempo que no vamos al Tibidabo. ¿Qué te parece si vamos…?
LOIS: ¿Cuándo?
SUPERMÁN: Ahora.
Algún día hablaré de "El séptimo sello", una breve pieza teatral de Woody Allen que me persigue con persistencia desde mucho antes de haberla leído. Está incluida en el libro Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, incluido a su vez en el volumen Cuentos sin plumas.
La semana pasada estaba en el ferrocatalán leyendo uno de los relatos del libro Sin plumas (también incluido en Cuentos sin plumas). Tras acabarlo, me planteé la posibilidad de empezar el siguiente, un cuento sobre Van Gogh en un universo alternativo: "Si los impresionistas hubieran sido dentistas (Una fantasía que explora la transposición de temperamento)". Al final, y como faltaba poco para mi parada, opté por no empezarlo. Poco después, al bajarme del tren y encaminarme hacia la salida de la estación, me topé por vez primera con el cartel de la última película de Woody Allen. A los que no lo hayáis visto, sólo os diré una cosa: si Van Gogh levantara la cabeza no vacilaría en adscribirse al movimiento surrealista, escuela navaja en el ojo. (Sólo espero que la película sea muchísimo mejor; o, por lo menos, tan genial como el cuento.)
Por cierto, cada vez que veo los nenúfares de Monet me retrotraigo proustianamente a la sala de espera del dentista al que acudía de pequeño. También me acuerdo de City, de Alessandro Baricco.
Esta mañana zapeo con el desayuno. En la primera de TVE están entrevistando a Jordi Hereu, alcalde alcaldable de Barcelona. En la 2 hay un reportaje sobre Sicilia. TV3 emite otra entrevista a Jordi Hereu. Y el 33, otro reportaje sobre Sicilia.
Había empezado a leer Emaús, de Baricco. Poco después, y como no suelo leer los libros de un tirón, fui a coger el primer punto de libro que encontré por casa.
Estoy seguro de que el modelo del punto de libro es pariente cercano de Baricco. De hecho, está leyendo un libro en italiano (esto no prueba nada, pero tampoco lo desmiente).
"La noche pasada soñé que Murcia iba a desaparecer", canta Sr. Chinarro en la gloriosa "Babieca". Y la semana pasada, en un festival de Murcia llamado SOS, Patti Smith le pidió que la acompañara a la guitarra. Pero ésta es otra historia, y ahora no toca.
VÍDEO: © Los créditos aparecen en el minuto 5:55.
Hoy se presenta en Úbeda (pueblo natal de Sabina, Muñoz Molina y, aunque no rima, JJ Merelo) Clasificados, un largometraje que todavía no se ha rodado. Así que no sé exactamente de qué hablarán en la rueda de prensa. Tal vez del guión.
Por cierto, el guión es mío.
Que no me hayan convocado a la presentación es algo perfectamente comprensible, habida cuenta del lugar que ocupo en la clasificación de Clasificados (si pincháis en la imagen podréis leer algo):
Próximamente en sus pantallas.
O no.
Bueno, no sé.