Los Manel son unos obsesos de las reconciliaciones. Si Espaldamaceta lanza una canción titulada "Al Miquel l'ha deixat l'Olga" (A Miquel lo ha dejado Olga), ellos contraatacan con "El Miquel i l'Olga tornen" (Miquel y Olga vuelven [a estar juntos]). Vale que el siguiente tema del disco es "Deixa-la, Toni, deixa-la" (Déjala, Toni, déjala), pero me apuesto un gamusino a que una de las canciones del próximo álbum* será "Torna, Toni, torna" (Vuelve, Toni, vuelve).
Otro ejemplo de diálogo intercancionero y voluntad reconciliadora: "Pla quinquennal", o una estrategia de reconquista caracterizada por el largoplacismo. Y es que el título no engaña: se trata de un plan a cinco años. ¡Cinco años! Esto es estoicismo.
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Si no entendéis el catalán subtitulado, podéis escuchar una versión en asturiano sin subtitular de Nacho Vegas, a quien recordaréis del post anterior.
La respuesta (no declarada) a la canción llega de la mano de La Banda Municipal del Polo Norte, vecinos árticos de Nacho Vegas, a quien recordaréis del párrafo anterior: "Corazón de diamante" es otro plan en cinco pasos, con el mismo objetivo pero menos optimista, más oscuro. Acción, reacción. Cara A, cara B (no declarada, como la contabilidad).
Hablando de reconquistas: estad atentos a este mi blog, a mi Twitter y a mi web profesional. Porque muy pronto vais a tener noticias acerca de una inminente invasión de Cataluña. Una pista: se titula Pau I el Conqueridor y tendrá lugar el 18 y el 25 de abril en La Planeta de Girona. El que avisa no es traidor.
* El álbum saldrá en breve y llevará por título Atletes, baixin de l'escenari, en un presunto homenaje a sus tocayos Los Manolos, plusmarquistas de Barcelona 92.
26.3.13
25.3.13
Con los juegos de palabras no se juega
Aulio Gelio escribió Noches áticas. Lo dice la Wikipedia. También dice que es su única obra conocida, circunstancia que lo convierte en un one hit wonder. El título se debe a que la empezó a escribir en el Ática. La acabó en Roma, pero al ser un escritor romano no le pareció un hecho relevante.
Nacho Vegas tiene una canción titulada "Noches árticas". Imagino que es un juego de palabras con la obra de Aulio Gelio.
Hay otra canción, ésta de Love of Lesbian, que se llama "Marlene, la vecina del Ártico". Evidentemente, se trata del mismo juego de palabras, sólo que dirigido a un público mainstream: aquí no se alude/elude a la región griega visitada por el ínclito romano, sino a un polo/piso superior. Y es que todo el mundo sabe situar el ático. Todo el mundo menos un mensajero que, años atrás, me encontré en el ascensor del edificio donde trabajaba. Apurado, me preguntó dónde estaba el ático. En los botones sólo había números.
Nacho Vegas tiene una canción titulada "Noches árticas". Imagino que es un juego de palabras con la obra de Aulio Gelio.
Hay otra canción, ésta de Love of Lesbian, que se llama "Marlene, la vecina del Ártico". Evidentemente, se trata del mismo juego de palabras, sólo que dirigido a un público mainstream: aquí no se alude/elude a la región griega visitada por el ínclito romano, sino a un polo/piso superior. Y es que todo el mundo sabe situar el ático. Todo el mundo menos un mensajero que, años atrás, me encontré en el ascensor del edificio donde trabajaba. Apurado, me preguntó dónde estaba el ático. En los botones sólo había números.
La semana pasada llevé a cabo en Twitter un juego de palabras con los títulos de dichas canciones. Un metajuego de palabras, vamos. ¿Vamos?
20.3.13
Las verdades del putero
Una crítica de Pagando por ello me pidió Latraama, que en mi vida me he visto en tal aprieto.
¿Por dónde empiezo? Tal vez por una frase impactante, que sintetice la quintaesencia de esta obra del noveno arte y, de paso, me permita hacer un juego de palabras con el título de la misma. Por ejemplo:
Chester Brown se desnuda, y cobra por ello.
¡Toma, Boyero!
A continuación, procederé a encadenar un par de oraciones que sigan jugando con la cosa del desnudarse:
Un estriptis desnudo de sentimentalismos, que no de sentimiento.
Menos sexi que una radiografía pero igual de preciso.
¿Y de qué va?
De esto:
El adolescente pajillero (valga la redundancia) de El Playboy se ha hecho mayor, ha tenido novias, ha dejado de tenerlas, y ahora se ha convertido en putero. Y a mucha honra.
En resumidas cuentas:
Pagando por ello, sabiamente subtitulado Memorias en cómic de un putero, es la historia de un putero. Y tiene forma de memorias (en cómic). Es decir: se trata de una obra autobiográfica. Y eso está muy bien, porque siempre aparece el típico amigo gracioso que cuando has escrito sobre temas incómodos te pregunta: "¿Es autobiográfico?" Por ello decía que Chester Brown se desnuda, y no sólo físicamente.
Añado:
El autor realiza un ejercicio de sinceridad apabullante que se podría resumir en una sencilla oración compuesta y copulativa: "Soy putero, ¿pasa algo?" O también: "Soy putero porque el mundo me ha hecho así." Porque Brown no se esconde. Sólo oculta los rostros e identidades de las prostitutas con las que ha mantenido relaciones (me estoy refiriendo a follar).
Y ya, para ir acabando:
Chester Brown nos ofrece una visión desencantada de las relaciones de pareja (me estoy refiriendo a relaciones de pareja) y del amor platónico. De hecho, lo único platónico son los diálogos, que no es poco. Como un Sócrates que debate, rebate y se bate con cuanto discípulo díscolo se le pone por delante.
Y al final el cliente de las putas siempre tiene la razón. Porque el cómic es suyo. Pero, eso sí, defiende sus razones hasta la extenuación (suya y del lector que no se amilane ante un apéndice larguísimo y de caligrafía cansina, pero sumamente interesante). Es el precio que hay que pagar por un cómic redondo.
(Publicado en ltrma el 24 de junio de 2012.)
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