Antiguamente, los famosos con fama de buena gente podían beneficiarse de su bondad. Por ejemplo, el exfutbolista Gary Lineker fue elegido para protagonizar una serie de anuncios en los que ironizaba sobre su bonhomía.
Ahora, en cambio, sale más rentable tener fama de infame.
Viva el mal. Viva el capital.
1 comentario:
Madre mía, cómo Ramón siga jugando con el propio antagonista que el mismo ha creado vamos a tener un disgusto. Y eso que leí que hace tiempo que no está en la SGAE.
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