30.12.06

La fama y la lana

Dicen en un spot de Chanel que Nicole Kidman es la mujer más famosa del mundo. Me sorprende, porque yo siempre había creído que la mujer más famosa sería alguna presentadora de la televisión china. O la viuda de un torero chino.

29.12.06

28.12.06

El Día de los Culpables

El lugar elegido es un paso de cebra sin semáforo. Se detiene un coche. El peatón no se mueve. El conductor insiste, pero parece que el hombre no tiene ninguna intención de cruzar la calle. El coche arranca.

Otro coche se acerca a toda velocidad. A un metro del paso de cebra, resulta evidente que no piensa parar. El peatón da un paso. El coche frena. Demasiado tarde.

La conductora sale, maldiciendo entre dientes.

–¿Se encuentra bien?

Es una pregunta retórica, puro formulismo: salta a la vista que no se encuentra bien. Por eso, resulta tan sorprendente la reacción del peatón.

–¡Culpable, culpable! –exclama entre risas.

La mujer se queda parada. Segundos más tarde, ella también se ríe.

–Hacía tiempo que no me gastaban una culpablada.

27.12.06

Lost in translation (Perdido en el traslado)


En catalán, las palabras cua (cola, rabo) y cola (cola, bebida) no tienen demasiada relación, que digamos. Es decir, no son polisémicas. O sinónimos, que diría Leticia Sabater.

Se armó el belén

Si le echas una moneda a un pesebre viviente, ¿se mueven las figuras?

26.12.06

De nuevo, el último verano (2)

Dicen que donde ha sucedido una desgracia es más probable que toque la lotería de Navidad.

El gordo cayó muy cerca del bosque incendiado.

Concretamente, en el bolsillo de la cerillera muerta.

23.12.06

De nuevo, el último verano (otro cuento de Navidad)

La cerillera murió con una sonrisa en la cara. Su último pensamiento fue para el bosque que había quemado el último verano.

22.12.06

La gallina de los dientes de oro (a propósito del post anterior)

La gallina ponía dientes de oro, a razón de uno por día. Esto no le venía nada mal al Ratoncito Pérez, que tenía muchos hijos y ex esposas que alimentar. Sin embargo, éstas y aquéllos eran insaciables. Además, el Ratoncito no era de los que se conforman, precisamente. Un día, se propuso descubrir el mecanismo de la gallina. Lo encontró, y ahora se ha convertido en el Ratoncito Midas. Tiene todo el oro que quiere, y mucho más. Por supuesto, ha abandonado el trabajo.

Por eso, si alguien os dice que el Ratoncito Pérez son los padres, es verdad. Pero no siempre fue así.

Está al caer


¿Existirá un ratoncito Pérez para los botones?

20.12.06

Un cuento de Navidad

Es lo que toca, ¿no?

Esquirol

Hartos de la sobreexplotación a que estaban sometidos, los duendes convocaron una huelga. No consiguieron gran cosa, y el motivo principal del plante seguía sin resolverse: cada vez que querían fumarse un cigarrillo tenían que salir a la fría estepa, lo cual resultaba especialmente duro para los del turno de noche (cuya jornada duraba seis meses). Sin embargo, animados por la iniciativa, los miembros del sindicato de renos organizaron una huelga de transportes: se trata, por supuesto, de la histórica huelga del 24-D. El único que se opuso fue Rudolph, que acabó reventado.

19.12.06

Lo peor (7)


¿Qué empresario no se ha sentido nunca amenazado por una plantilla anónima, amorfa e impersonal? ¿Qué místico no ha soñado con alcanzar el Nirvana Maya? ¿Qué friqui de Tolkien no ha sospechado que las llanuras de Rohan se encontraban en realidad cerca de Minas Gerais? Y, lo más importante: ¿quién es Alyson?

Definitivamente, el Festival del Spam está que se sale. Quizás debería ir reservando el Kursaal, ¿no creéis? Aunque cualquier otra propuesta de localización será bienvenida.

Haiku escondido

El haiku es una composición poética de diecisiete sílabas distribuidas en tres versos. Las medidas habituales son 5-7-5.

Aunque de origen japonés, el haiku ha sido adoptado por autores de otras literaturas. De hecho, nuestra propia cultura lo ha asimilado de forma tan natural (a diferencia de los cómics mangas) que en ocasiones nos lo encontramos sin darnos cuenta. Un ejemplo:

es el mejor
la cïencia lo dijo
y yo no miento

Anís del Mono


(La diéresis es mía.)

18.12.06

Manuscrito encontrado en Cuernavilla (2)

Segundo fragmento del Manuscrito, tan controvertido que los eruditos aún no se han puesto de acuerdo sobre el contenido de su entrada en la Wikipedia.

En situaciones normales (el típico enfrentamiento con un ejército de tumularios, por ejemplo), Peleorn ya habría logrado desenvainar su espada y la habría clavado sobre su adversario. Pero aquella situación distaba leguas de ser normal: se hallaba tendido en el suelo, con la dama que amaba presionándole con su cuerpo desnudo. Ahora sentía que no era su espada lo que estaba a punto de desenvainarse. Ella también lo sentía. Y Peleorn no podía hacer nada: era un pelele al extremo de un artefacto indomable.

Sí, soy consciente de que esto ya lo había publicado. Pero era para refrescar un poco la memoria. La mía, al menos.

—Mira que si te llegas a ir… —dijo Lagávulin. El Dúnadan tardó en descifrar el sentido de aquellas palabras; palabras crípticas que no habría logrado desentrañar, tal vez, sin la ayuda que le proporcionaron los frescos labios de la elfa, al fundirse con los suyos en un beso inefable y caprichoso. Sentía cómo eones de tiempo irrecuperable se daban cita por un instante fugaz para el resto de la eternidad.
—¡

Aquí hay una palabra irreproducible (como la palabra irreproducible, tal vez).

! —exclamó el montaraz cuando la daga le hizo un tajo en el cuello—. ¿Pero qué

Y aquí, una palabra ininteligible (no confundir con inteligible, que es justo lo contrario).

haces?
—Lo siento —dijo la elfa. Lo podía haber matado, pero aquella débil disculpa era totalmente innecesaria: él ya la había perdonado, y ella lo sabía. Porque hasta los elfos cometían pifias, de vez en cuando.
—Perdóname tú a mí, no debía haber…
—Pssst… Mejor me lo cuentas en la cama.

Sin embargo, una vez allí, no se lo contó. Tampoco había nada que contar. Sólo mucho por hacer.

Con más voluntad que destreza, Peleorn se estaba despojando de las ropas (las botas altas, el manto sucio…), mientras Lagávulin le quitaba el talabarte del que pendía la espada, y Peleorn le decía que por favor no lo hiciera, y Lagávulin que por qué, y Peleorn que nunca se lo quitaba, ni para dormir, y Lagávulin (pícara) que no iban a dormir, y Peleorn ya estaba a punto de ceder ante aquel argumento irrefutable cuando ella se hizo un corte en la palma de la mano.

—¡Me

Esto aparece cubierto con ese mejunje blanco que los elfos de Rivendel denominan típex.

en Manwë! —blasfemó el montaraz. Y se apresuró a añadir, más pragmático—: No te muevas, voy a buscar algo para vendarlo.
—No hace falta —dijo ella con una sonrisa cansada.
—¿Cómo que no? Se puede infectar…
—¿Infectar? ¿Tú que sabes de infecciones? —Y, tras una breve pausa, prosiguió—: ¿No me vas a montar, montaraz?

Ejem. No sabéis cómo me alegro de no haberlo escrito yo.

Y como la respuesta era más que evidente, Peleorn decidió obviar lo obvio y pasar a la acción.

—¡Espera! —exclamó la elfa.
—¿Qué sucede?
—Creo que deberíamos atrancar la puerta. —Y añadió, con ironía—: No me gustaría tener más visitas inesperadas.
—Déjame. Ya cierro yo.

Tras atrancar la puerta, el Dúnadan volvió al lecho.

—¿No esperarías alguna visita? Porque me sabría mal haberte cambiado los planes…
—Ahora que lo dices, había invitado a un mago y una docena de enanos a tomar el té.
—¿A estas horas?

Si Lagávulin tenía alguna respuesta preparada, se la guardó para cuando su lengua dejara de estar ocupada en… Se produjo un ruido. Era el típico ruido que hace una puerta atrancada cuando, a pesar de la tranca, cae al suelo.

¿Se puede saber qué estáis haciendo? ¿Qué

Aquí pone cojones, pero no me parece decoroso incluirlo.

os habéis creído que es esto?

El que así gritaba era un ser bastante peludo (sobre todo los pies), cuyo aspecto fiero y temible a la luz de la luna era desmentido por su metro escaso de estatura.

—¿Se puede saber qué haces tú? —gritó a su vez Lagávulin.
—¿Cómo que qué…? —titubeó Terry del Brandivino. Saltaba a la vista que no se había esperado aquella reacción por parte de la elfa.
—¡Eres un hobbit, por el amor de Ilúvatar!
—Eso —aportó Peleorn, medio recuperado del susto—. No puedes ir por ahí derribando puertas, máxime cuando están atrancadas con tranca y todo.
—Ya, pero…
—No hay peros que valgan —lo atajó la elfa—. Ya estás volviendo a tu habitación y metiéndote en tu camita.

El hobbit se retiró cabizbajo, pasando por encima de una puerta siete veces más pesada que él. Lagávulin añadió:

—Y ya hablaremos mañana.

Fin de la segunda parte.

Un espiral perniciosa

Dice un anuncio que la baba de caracol le sirve a éste para reconstruir su caparazón. Si se la quitan con el objeto de comercializarla, ¿qué pasará? ¿Empezaremos a ver caracoles desbabados y sin casa (homeless)?

16.12.06

Mirad qué corto me traje del YouTube



Como no quiero que esto se acabe convirtiendo en un blog de copiar y pegar, aquí tenéis un cuentecillo:

El abad

El viejo abad está en la cama, postrado. No sabe cuánto le falta: meses, semanas, tal vez horas. Lo que sí sabe es que ya nunca más volverá a levantarse. Le trae sin cuidado. Es un hombre de fe, y es consciente de que toda su vida (su larga vida) de privaciones va a verse compensada con creces en el más allá. El Cielo. Allí se va a hartar a comer y a beber y a follar. Es cuestión de meses, semanas, tal vez horas. No, no le preocupa la muerte. Sólo le preocupa la zorra. Ahora, ¿quién le va a dar arroz? Podría mandar a cualquiera de los monjes. Pero no. Con un monje raso y una zorra no se puede formar un palíndromo. Tiene que ser un abad. Tal vez su sucesor. Pero ¿y si la muerte tarda meses en llegarle? Cuando haya un nuevo abad, la zorra ya habrá fallecido. La tiene muy mal acostumbrada.

Se pregunta si las zorras también van al Cielo. Le gustaría encontrársela allí.

14.12.06

Material robado


Dice el dicho que quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón. Y (pregunto) ¿qué pasa si el (presunto) ladrón hace apología de la cleptomanía y/o la explotación infantil? ¿Tienes mil años de perdón?

¿Y si la fruta fuera un mango, en lugar de una mandarina?

13.12.06

Contradictorio

Esto lo rellené cuando fui a sacarme el blog:


Y esto es lo que me encuentro en algunos blogs de la misma franquicia:


Seguro que tiene una explicación sencilla, pero la desconozco.

Diálogo de calcetines (a propósito del post anterior)

–Aquí hay tomate.
–Anda y que te zurzan.

La pantalla y otra extraña coincidencia


Justo antes de verlo, estaba escribiendo un microrrelato que hacía referencia a las sombras de Platón.

Más extraño: estoy pensando un título para un minicuento sobre una bomba de relojería cuando, de pronto, oigo a la vocalista de Ojos de Brujo cantar "bomba de relojería".

12.12.06

Elegí un mal día para buscar vuelos de Air Madrid

No le busquéis un doble sentido, que no lo tiene.

Nada, a seguir buscando (yo, quiero decir).

La lesión de Gasol

Dicen que Pau Gasol está prácticamente recuperado de su lesión. A mí me parece estupendo, pero ¿sabéis qué? Que no me lo creo. Es decir, no me creo que haya estado lesionado.

En serio. Estoy absolutamente convencido de que fingía. En realidad, la cosa tiene que ver con una trama para retirar de la circulación a lo más granado del deporte español mediante sobornos.

Lo que me sorprende es que hayan anunciado su regreso a las canchas. No sé, quizás ha descubierto que el reloj era falso (lo mismo que Nadal, por cierto).

11.12.06

Le Chien, el perro


Está asomado a otro blog.

En cierta ocasión, fue el espectador espontáneo del rodaje de un spot. Desgraciadamente, quedó fuera del montaje final.

Manuscrito encontrado en Cuernavilla

Como no me apetece escribir, voy a transcribir un fragmento del controvertido Manuscrito encontrado en Cuernavilla, más conocido en círculos académicos como El hobbit de Avellaneda. Concretamente, el inicio del capítulo “Sexo en la Tercera Edad” (título engañoso donde los haya).

Había sido una jornada agotadora, y ya se habían retirado todos los compañeros menos uno: sentado en el rincón más oscuro del comedor, apuraba la última jarra de cerveza. “Seguramente”, no dejaba de repetirse, “la cerveza más mala de toda la Tierra Media”. En realidad, era la mejor cerveza de todo Bree, pero Peleorn odiaba la cerveza. La bebía porque formaba parte de su papel, como las botas altas, la espada larga, el manto sucio, el cuerpo fornido, la piel atezada y el carácter adusto de los montaraces del Norte. Sólo empezaba a disfrutar su sabor amargo a partir de la vigésima jarra, más o menos, y aquella noche apenas había bebido diecisiete. Pero ya no podía más. Había sido una jornada agotadora, y lo último que le apetecía era emborracharse. Lejos quedaban ya las legendarias cogorzas que agarrara junto a su primo Trancos, alguna de ellas en aquella misma posada. Tan lejos quedaban que ya no había nadie en El lechón volador que las recordara. Aunque, a decir verdad, los parroquianos que seguían en pie ni siquiera se hallaban en condiciones de recordar el nombre de su propia madre. Había sido una jornada agotadora.

Tal vez os preguntéis cómo es posible que yo tenga el manuscrito.

Cuando llevas todo el día cazando jabalíes, salvando hobbits, evacuando aldeas, buscando escudos mágicos, encontrando tres de las siete gemas de Dorfalas, perdiendo las grebas de Minas Fornost, degollando bandidos, masacrando orcos, profanando túmulos, saqueando mazmorras, incendiando bosquecillos y teniendo decenas de encontronazos con los esbirros del mago Mordraug, la única cosa que te apetece es echar un

Aquí hay una palabra ilegible.

. Al menos, en el caso de Peleorn. Sin embargo, lo único mínimamente

Y aquí hay otra.

en aquel antro era la hija del posadero, un adefesio pestilente cuya mera presencia justificaba la primera parte del nombre de la posada. Y aunque Peleorn no era lo que se dice un hombre de gustos refinados, en aquel momento aspiraba a algo más… algo así como Lagávulin. Era una idea descabellada, por supuesto, pero Peleorn era un Dúnadan enamorado. Un Dúnadan que se levantó de golpe, provocando un sobresalto en aquellos de los presentes que aún no habían perdido completamente la noción del mundo. Se encaminó dando zancadas hacia la habitación; la compartía con Dwarni y Beornulf, que ya debían de estar durmiendo a pierna suelta. “Mejor”, pensó. “No me gusta

Aquí hay una cosa que parece un verbo, pero no puedo asegurarlo.

en público.”

Al pasar frente a la puerta de Lagávulin, se detuvo. “Es una pena que tenga que dormir sola”, meditó. Y un despilfarro, si se tenía en cuenta el precio de las habitaciones. Pero a Peleorn el dinero le traía sin cuidado, sobre todo después de haber rescatado el tesoro perdido de Nueva Númenor del Norte. Muy despacio, y reuniendo todo su valor (que no era poco, de modo que tardó un buen rato en reunirlo), abrió la puerta.

Muy despacio.

La luna llena se filtraba por las raídas cortinas de arpillera, tiñendo de un matiz lechoso el torso desnudo de la elfa. Peleorn tragó saliva, la cual se le clavaba como mil agujas en la garganta. Nunca se había sentido tan rudo, contemplando clandestinamente el busto perfecto de una Sinda mientras su

Un conjunto de signos indescifrables.

se ponía más

Esto está escrito en caracteres ígneos. Para leerlos, debería quemar el manuscrito.

que la espada de Isildur. En vano trataba de recordarse que él también tenía sangre élfica, que era descendiente ni más ni menos que de Lúthien. En aquel momento se sentía más sucio que el troll que había intentado numenorizarlo hacía un par de semanas, a pesar de que ni siquiera se le había pasado por la cabeza aprovecharse de Lagávulin mientras estuviese dormida. Permaneció así un tiempo indefinido, petrificado como el mismo troll instantes después, tratando por todos los medios de sustraerse al hechizo de la elfa. Finalmente, consiguió cerrar los ojos, apretarlos con firmeza, dar media vuelta, caminar hacia la puerta y chocar contra la pared. Peleorn cayó al suelo, cuan largo era, maldiciéndose en silencio por la pifia.

Afortunadamente, había hecho menos ruido del que cabía esperar; pero, desafortunadamente, había conseguido despertar a Lagávulin. La elfa hizo gala de unos reflejos que no desmerecían a su raza, y en un abrir y cerrar de ojos había cruzado la habitación con una daga que ahora acariciaba la yugular de Peleorn.

Quizás os sigáis preguntando cómo puede ser que yo tenga el manuscrito.

—¿No te contó tu abuela que los elfos no dormimos?
—También me dijo que los niños vienen de Minas Tirith.

En situaciones normales (el típico enfrentamiento con un ejército de tumularios, por ejemplo), Peleorn ya habría logrado desenvainar su espada y la habría clavado en su adversario. Pero aquella situación distaba leguas de ser normal: se hallaba tendido en el suelo, con la dama que amaba presionándole con su cuerpo desnudo. Ahora sentía que no era su espada lo que estaba a punto de desenvainarse. Ella también lo sentía. Y Peleorn no podía hacer nada: era un pelele al extremo de un artefacto indomable.

La pregunta no es cómo continuará. La pregunta es: ¿Cómo? ¿Continuará?

8.12.06

Radio F

De la Wikipedia:

También conocido como Radio F, el polonio fue descubierto por Pierre y Marie Curie-Skłodowska en 1898, y fue posteriormente renombrado en honor a la tierra natal de Marie Curie, Polonia. En aquella época, Polonia no era un país independiente y se encontraba bajo el dominio de Rusia, Prusia y Austria, y Marie albergaba la esperanza de que este nombramiento le añadiría notoriedad. Fue el primer elemento cuyo nombre derivaba de una controversia política.

Aunque no se descartan otras vías de investigación.

7.12.06

Asunto: El libro de Dinio

Apreciados editores,

Me he enterado de que Dinio está a punto de publicar un libro. Sí, Dinio, el ex novio de Marujita Díaz. Esta noticia me ha llenado de honda preocupación, al tiempo que me ha dado mucho que pensar. Y he llegado a hacerme esta pregunta: si él puede, ¿por qué yo no?

Por supuesto, estoy seguro de que no es su editorial la que pretende publicar el libro de tan singular personaje (corríjanme si me equivoco). Sin embargo, probablemente compartan mi inquietud y mi zozobra.

Y no me interpreten mal: en ningún momento se me ha ocurrido poner en duda el talento literario de Dinio. No obstante, tratándose de una persona que asegura pasarse mañana, tarde y noche “hasiendo el amooor”, surge la inevitable cuestión: ¿de dónde saca tiempo para escribir?

Yo, en cambio, que tengo una vida sexual bastante menos activa, he sido capaz de suplir mi falta de talento con muchas horas de dedicación. El resultado es el documento que les adjunto: veinte relatos agrupados bajo el título genérico FANTASÍAS DESANIMADAS DE AYER Y NUNCA.

Si, por casualidad, este título les resulta familiar, lo más probable es que se trate de un déjà vú. Es algo que sucede de vez en cuando, debido a un error en el almacenamiento de la información en nuestro cerebro. Aunque también pudiera ser que recordaran haberlo leído con anterioridad, pues hace dos años lo presenté al Premio Lengua de Trapo.

En esta nueva versión, se han eliminado dos de los cuentos que consideraba menos dignos. En su lugar, he incluido otros dos: “Le pongo ketchup” y “Un largo etcétera”. Este último en particular (estoy convencido) les resultará deliciosamente turbador (se nota que lo he escrito yo, ¿eh?). En cuanto al resto de relatos, creo que el paso de los años no sólo no ha hecho mella en su frescura, sino que además le ha añadido una pátina de sano y prematuro envejecimiento. Esto queda especialmente manifiesto en el uso de palabras como “pesetas”, que en poco tiempo han adquirido unas connotaciones nostálgicas que acrecientan el atractivo de la lectura.

Por todo ello, me parece que FANTASÍAS DESANIMADAS DE AYER Y NUNCA se merece una segunda oportunidad, aunque sea fuera de la sección competitiva. Porque entre todos podemos salvar las librerías de la amenaza de Dinio, que tantos estragos ha causado ya en el medio televisivo.

Atentamente,

El e-mail jamás obtuvo respuesta.

Busque, compare

En publicidad turística, "un marco incomparable" es un lugar común (lo contrario de un lugar incomparable).

6.12.06

Güisqui o whisky (o whiskey), ésta es la cuestión

Güisqui es la forma castellanizada de whisky, como fútbol lo es de football. O futin, de jogging.

Escribir güisqui tiene muchas ventajas. Por ejemplo: no hace distinciones entre el escocés (whisky) y el irlandés (whiskey) y el bourbon (whiskey).*

Además, entra mucho mejor la guatequera (ke no watekera) letra de "Saca el güisqui, Cheli".

Incluso se puede castizar, si se quiere: güijqui. ¿Que no?

Aunque también tiene sus inconvenientes. El más notable es que güisqui inutiliza el pangrama más popular entre los usuarios de gafas con montura de pasta:

Jovencillo emponzoñado de whisky, ¡qué figurota exhibe!

Si suprimimos la uve doble (ve doble, si toma mucho), la frase ya no contiene todas las letras. ¿Solución? Poner un kiwi a rayas, por ejemplo. Pero no es lo mismo.

* Ya me cansé de la cursiva.

5.12.06

4.12.06

2.12.06

Adaptation

Tengo algunas ideas para la adaptación cinematográfica de Sin noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza.

Para empezar, la acción no estaría situada en la Barcelona preolímpica, sino en la época actual. No hace falta decir que esto reduciría muchos los costes de producción.

Por otro lado, y con vistas al mercado internacional, la historia transcurriría en Estados Unidos.

Ya que estamos, el personaje de Gurb no adoptaría la apariencia de Marta Sánchez, sino la de Pamela Anderson.

Y, por último, el planeta de procedencia del protagonista tendría un nombre exótico. Kazajistán, por ejemplo (me parece que ya hay un país con ese nombre, pero seguro que no les importa).

1.12.06

La muerte y la quiniela


Llamadme susceptible, pero no les costaría nada incluir el fallecimiento en "Otras causas".

O, si me apuran, en "Se ausentó sin dejar señas".