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En ocasiones pierdo paraguas. Bueno, en realidad no los pierdo: sólo me los dejo olvidados. La putada es que me los dejo olvidados fuera de casa. La reputada es que luego no recuerdo dónde me los he dejado olvidados; o lo recuerdo, pero también recuerdo que hay por ahí mucho amigo de los paraguas ajenos, lo mismo que hay mucho amigo de los bolis Bic ajenos, y de los mecheros Bic ajenos. (Curiosamente, hay pocos amigos de las maquinillas Bic ajenas.) Lo bueno es que nunca me los dejo olvidados cuando llueve.
Pero no soy el único. De hecho, los olvidadores de paraguas somos las segunda minoría étnica más mayoritaria del planeta (la primera es la compuesta por los amigos de los Bic ajenos). Y por eso, porque somos tantos, considero que este post debería ser considerado de interés multinacional. O internacional, o plurinacional. Pues este post es a las pérdidas de paraguas lo que Tena Lady a las pérdidas de orina. No es broma: si se siguen al pie de la letra las instrucciones de este post, es imposible perder un paraguas. Al menos, perderlo cuando no llueve (si alguien lo pierde cuando está lloviendo, que se lo haga mirar, por favor).
Instrucciones para no perder el paraguas:1. Cuando llueve o parece que va a llover, coger el paraguas.
2. Cuando deja de llover, dejarlo tirado en cualquier sitio.
Repito: si se siguen al pie de la letra las instrucciones de este post, es imposible perder un paraguas.
Luego, si os encontráis un paraguas tirado en cualquier sitio, no penséis que su dueño se lo ha dejado olvidado. Nada más lejos de la realidad: simplemente, lo ha dejado tirado. Es más: lo ha dejado tirado para que vosotros lo cojáis, en especial si está lloviendo o parece que va a llover (ver instrucción 1). Más adelante, cuando deje de llover, lo podréis dejar tirado en cualquier sitio (ver instrucción 2).
Con este simple gesto, habréis contribuido a la práctica del
paraguascrossing, una actividad que aspira a convertirse en el deporte mayoritario más minoritario del planeta (con permiso del planchado extremo).