Michel Gondry es un hombre que se ha hecho a sí mismo. Empezó siendo un músico que se hacía a sí mismo; es decir, se hacía a sí mismo los videoclips. De ahí pasó a hacérselos a otros músicos. Como una cosa lleva a la otra, ha acabado dirigiendo películas, primero a partir de guiones ajenos, luego a partir de guiones propios. El último de ellos va sobre unos empleados de videoclub que también se han hecho a sí mismos; es decir, se han hecho a sí mismos las películas que alquilan, primero a partir de guiones ajenos, luego (ojito: espóiler) a partir de guiones propios.
¿No os recuerda a aquella película en la que unos ladrones de poca monta montan una pastelería como tapadera, y acaban haciéndose millonarios gracias a los pasteles?
Bueno, a mí sí.