Ayer vi Rec 2. No tenía prisa por verla, en parte porque me parecía una película innecesaria (suponiendo que haya películas necesarias). Opinaba que la original ya había agotado la fórmula, que no quedaba nada por contar. Estaba equivocado. Ayer vi Rec 2. Más que verla, la devoré. La película me atrapó como a los vecinos de ese edificio de la Rambla de Catalunya, pero sin sus desagradables efectos secundarios. Creo que me gustó más que la primera, que ya me había gustado bastante. Curiosamente, lo que más me gustó de la segunda es lo que menos me había gustado de la primera.
Rec (la 1) hace lo que deben hacer todas las historias fantásticas que pretenden ser verosímiles: plantear una serie de reglas y respetarlas hasta el final. Rec lo hace, o casi lo hace: en los últimos momentos (aquí hay un poco de espóiler, pero muy poco) se saca un as de la manga, un daemonĭum ex machina que, a mi entender, resulta innecesario (suponiendo que haya finales necesarios, que los hay: lo dice Robert McKee). La película se mueve en un terreno casi realista, y durante el sprint final se transforma en algo distinto; como si de repente hubiera sido mordida por uno de los filmes ocultistas de Balagueró o Plaza.
Rec 2 es otra cosa. Las reglas han cambiado, y eso lo sabemos desde el principio. Y si no lo sabemos, lo acabamos sabiendo en el minuto 15: aquí se pasa decididamente del pretendido realismo con justificación científica al terreno de lo sobrenatural. Y en el fondo es lo mismo. Los zombis infectados son esencialmente los mismos y la película se mantiene fiel al espíritu de la colmena original. Traicionándola, pero con fidelidad. Vistas en conjunto, como dos partes de una misma película, la parte (contratante) de la primera parte que no me gustó deja de no gustarme y deja de parecerme innecesaria: ahora es necesaria, es el motor y el detonante de toda la segunda parte.
Leyendo la crítica de Zombi-blogia, descubro que uno de los personajes de Rec 2 está interpretado por Ariel Casas, un actor que se mete tanto en el papel que no fui capaz de reconocerlo: dos semanas atrás lo había visto en Las listas, de Julio D. Wallovits. Ésta es una obra de teatro donde los artistas se mueren de hambre. La novedad estriba en que todos son artistas. Panaderos, carniceros, verduleros…: todos han abandonado sus respectivos oficios para consagrarse al arte. Y así no hay quien coma.
La obra me gustó. Los actores (Francesc Garrido, Pep Cortés y el mencionado Casas) están formidables. El texto es ingenioso, en ocasiones brillante, a veces recurrente: los personajes vuelven repetidamente sobre las mismas ideas, provocando la sensación de que la obra no avanza; sin embargo, son la interpretación de los actores y el propio mecanismo del texto (con continuas y cerril-ubetenses digresiones a partir de un mismo tema, en plan jazz) los que consiguen que no llegue a aburrir.
Viendo Las listas pensé en "La máscara de la Muerte Roja", de Edgar Allan Poe; también pensé en Fantasmas, de Chuck Palahniuk: mi media player mental reprodujo la imagen de un grupo de aristócratas/artistas encerrados en un castillo/teatro, mientras aguardan con pasividad y ansiosa resignación la peste/hambre que se les viene encima.* Pensé en La forma de les coses, de Neil LaBute, una obra de teatro diferente pero que parte de una pregunta similar: ¿el arte justifica los medios? También pensé en zombis, tal vez porque hacía sólo unas horas que había visto Zombieland. De hecho, hacía sólo cinco días que había visto la obra de LaBute en el Club Capitol, un edificio de la Rambla de Canaletes.
* Muerte, peste, hambre… ¿y la guerra? En el Poliorama, por ejemplo: el edificio de la Rambla dels Estudis que ahora acoge Las listas, y que en cierto momento de la Guerra Civil le sirvió de trinchera a un artista llamado George Orwell. En el mismo teatro, el año pasado Tim Robbins adaptó 1984, novela con muchas más cámaras que Rec 2. La publicidad de la obra fue creada por SCPF, agencia donde hace un par de años estaba trabajando Wallovits.
Celebro mucho que te haya gustado REC2. No podía ser de otra manera, que usted es inteligente, querido Al.
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¡Gracias, Z0mbi! Ahora me siento legitimado para opinar sobre cualquier cosa. ;-)
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