–Bueno, es inevitable. Yo tengo probado que los gallegos respiran por el idioma
y que si no hablan se mueren de asfixia por silencio.
En cambio, los porteños respiran por el estómago. Cómo comen, mama mía.Julio Cortázar, El examen (1950)
Hay que ver, cómo ha cambiado el cuento.
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