(Más vale pájaro en mano que) centón volando
Persephone lo empezó todo.
Si yo pudiera unirme a un vuelo de palomas,
prometo ser ligero como la brisa,
salir volando, subir muy, muy alto,
com una bombolla de Mistol
con una golondrina por motor.
Con alas de cera me escapé,
como el ave que escapó de su prisión,
a ninguna parte, a ningún buzón;
volando voy, volando vengo,
me largo a la luna
sin documentos.
El paraíso deviene en infierno,
me dicen el clandestino por no llevar papel;
por eso un viento partió de una oscura nube aquella noche
bajo el burlón mirar de las estrellas:
donde el cielo se une con el mar
hubo un accidente, se perdieron las postales,
mis alas se quemaron y caí
bajo el efecto de la adormidera.
¿Alguien más se anima?
ResponderEliminarCórtame el cuello, que a mí sí que se me ha hecho un nudo gordiano...
ResponderEliminarMe encantaría probar, pero no sé si estaré a la altura.
Voy a seguir corrigiendo exámenes, a ver si así se me ocurre, por lo menos, un buen centón iracundo...
Curiosos musos, los exámenes. ;-)
ResponderEliminarHuy, no te imaginas lo divertidos que pueden llegar a ser... cuando no te hacen llorar, claro.
ResponderEliminar...
:(
... ¡yo debería estar trabajando en lugar de pensar en centones!
Hasta que se me ocurra alguno, te dejo un poema ya hecho:
Catulo 50.
Y esta vez no dejo pistas.