Acto I
Para ganar espacio, el consumidor de emepetreses elimina el noventa y siete por ciento de las canciones del iTunes.
"Total", razona, "las tengo en el iPod".
Acto II
Conecta el iPod al ordenador.
El iTunes no lo reconoce.
Y eso que sólo han estado separados durante poco más de tres meses.
Acto III
Actualiza el iTunes.
"A ver si ahora sí lo reconoce."
Y, en efecto, el programa lo reconoce.
Vaya si lo reconoce.
Le hace un reconocimiento médico y llega a la conclusión de que el iPod está "corrupto".
Sólo queda purgarlo, practicarle un lavado de estómago, una lobotomía… Un eternal sunshine of the spotless mind; o sea: un olvídate de mí.
Dios, mi Ipod acaba de bloquearme la cuenta del banco.
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