25.7.15

Probando

Semanas atrás hice unas pruebas de guión para un programa televisivo. Uno de los ejercicios consistía en presentarte a la manera de un monólogo cómico.

Pergeñé esto:

“Publicitario, dramaturgo y autónomo residente en España. Soy un partidazo.” Esta era mi descripción en Tinder. Por motivos que desconozco no me dio resultado.

Trabajo como creativo publicitario desde que no tengo uso de razón. En algún momento me pareció que sería una buena idea: dinero a espuertas, bellas modelos a espuertas, un léxico variado a espuertas… Y lo era: era una buena idea. Era una idea genial (de Gran Premio del festival publicitario de Cannes, como mínimo). El problema es que no conseguí llevarla a cabo. Por un lado, estaba el tema del dinero. ¿Os he dicho que soy autónomo? Y por otro lado, el tema de las bellas modelos. Lo resumiré en una frase: Una vez, durante un rodaje, vi cómo se le salía la dentadura a la abuela de la fabada. (Es una anécdota verídica.)

Por fortuna, el tema económico y el tema erótico no eran los únicos alicientes; también estaba el tema creativo. Y es que la publicidad te permite dar rienda suelta a la imaginación, dejarla galopar como una potrilla desbocada por las llanuras de la fantasía… y ver cómo se estampa contra los muros de la incomprensión y los folletos de medicamentos para la dermatitis atópica.

De modo que no me quedó más remedio que buscar una vía de escape para mis ansias creativas. Así fue como, tras una serie de incursiones en el mundo del guión audiovisual (incluyendo varios encargos, ninguno remunerado), recalé en el mundo del teatro. Lo malo de esta vía de escape es que no conseguí escapar del todo: aún sigo con los anuncios. Pero lo llevo bien. En serio, lo llevo genial. De verdad. Os lo juro por Rastreááááátor. Punto com. ¡Guau, guau!

Tal vez lo use como introducción en mi perfil de LinkedIn.